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El alimento y mi interior

2013-12-17 | Artículos

¿Cuántas veces hemos querido perder peso sin poder conseguirlo?. La alimentación es el proceso por el cual ingerimos una serie de nutrientes que nos sirven para cubrir nuestras necesidades diarias. Pero, no solo nos sirve para este fin. Con nuestra alimentación además, intentamos compensar los problemas de nuestro mundo emocional.

Casi todos los conflictos que tenemos tienen un reflejo en el modo en que nos alimentamos. A través de la comida podemos intentar reducir la ansiedad, controlar el aburrimiento o rellenar un vacío interno. La comida se puede convertir en la herramienta errónea que utilicemos para reducir la tensión que sentimos ante los problemas o para intentar ocultar un sentimiento negativo como la soledad, la tristeza o el estrés. Por ello, aparecen los fracasos en las dietas de adelgazamiento, los problemas digestivos, los atracones, los sentimientos de culpabilidad o la frustración. Es inútil querer corregir un problema que creemos que es nutricional a base de dieta cuando el problema es realmente emocional.

Vivimos nuestra vida sin detenernos a considerar cómo estamos pensando, qué estamos sintiendo y de qué manera nos estamos comportando en el “aquí y ahora”. Nuestros pensamientos e imágenes mentales viajan hacia el pasado (qué nos pasó ayer) o el futuro (qué debo hacer mañana, esta tarde o la próxima semana), pero raramente se detiene en el momento presente. Por ello, a veces no somos conscientes  de la cantidad de comida que nos echamos en el plato o no nos damos cuenta de las señales que nos envía nuestro cuerpo para avisarnos que estamos saciados o de que algo anda mal. Solemos preocupamos más por intentar suprimir o eliminar estas señales desagradables que envía nuestro cuerpo o nuestras emociones, que de averiguar qué está tratando de decirnos realmente.

Es esencial conocernos. Es muy importante que entendamos que, cómo nos sentimos y cómo nos vemos ahora, es el resultado de las decisiones que hemos tomado hasta la fecha. Seguir viviendo sin prestar atención a las señales de nuestro interior, nos lleva a comer en exceso o no comer, a comer alimentos inadecuados (dulces, refrescos, grasas…) de forma innecesaria o a ir a la nevera cuando estamos aburridos, tristes o ansiosos. Así acabamos sintiéndonos mal físicamente, insatisfechos con nosotros mismos y culpables.

Para equilibrar nuestro cuerpo y conseguir que estos cambios se mantengan, es necesario hacer modificaciones en nuestros HÁBITOS de vida. Por supuesto, hay que prestar atención a qué alimentos vamos a restringir en nuestra dieta, pero también tenemos que saber por qué.  Por ejemplo, sería interesante, además de conocer qué alimentos nos engordan, conocer los efectos que tienen algunos de los alimentos considerados light o sanos, que sin saberlo, no lo son tanto. Saber cómo funciona nuestro cuerpo, por qué unos alimentos son perjudiciales para nosotros y no los son para otras personas o cuál es nuestra composición corporal son elementos clave para tener éxito al elaborar y llevar una alimentación equilibrada. Estos datos nos van a ayudar a comprender nuestra nueva alimentación, así reduciremos la idea de “castigo” o “tortura” por comer bien. Es más fácil corregir nuestros hábitos alimenticios si conocemos cuál es el mal que nos está causando.

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Mov: 660 49 17 20
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