Una de las dificultades más frecuentes de las personas a la hora de solicitar cita con un psicólogo y de poner en práctica su propio tratamiento, es el ¿qué dirán?. Tenemos miedo de la opinión de la pareja, de la familia, de los amigos, de los compañeros, de la sociedad… tenemos miedo de que nos tomen por locos, trastornados y de descubrir cómo somos en realidad. Y muchas veces ese mismo miedo que tenemos a que nos juzguen, facilita que juzguemos a otros.

El miedo, la soledad, el rechazo, el juicio o la crítica que sienten muchas personas por pedir ayuda psicológica o por tener un trastorno mental como por ejemplo ser bipolar, facilita que la autoestima y la fuerza personal se debilite. Facilita que la persona se aísle y con ello su malestar aumente. No pueden hablar de sí mismos con naturalidad. En muchas ocasiones son juzgados y ese miedo que sienten los demás a lo desconocido, puede favorecer una falta de comprensión o empatía que tanto, por otro lado, estas personas necesitan. ¿Por qué cuando tenemos fiebre acudimos al médico, recibimos un tratamiento y mejoramos, no produce rechazo? ¿Porque es lo normal? ¿Porque lo hace todo el mundo? ¿Por que si estoy enfermo voy al especialista que se encarga de ello? Y ... ¿qué diferencia hay con ir al especialista cuando nos duelen las emociones? MIEDO. En nuestra sociedad hay mucho miedo a la locura y las etiquetas emocionales. Se habla de bipolar en el telediario sólo en aspectos negativos cuando ha sucedido algo grave, se habla de depresión cuando la persona se ha suicidado o ha matado a otras personas, se habla de ansiedad o de ataque de pánico cuando la persona se ha vuelto agresiva o  ha puesto en peligro a otra, pero ¿qué pasa con los miles de personas que tiene depresión, ansiedad, fobias, son bipolares, esquizofrénicos… Y no asesinan, no se suicidan, no agreden ni dañan a nadie?, ¿Por qué no se habla de la naturalidad del sufrimiento emocional?. Una persona con depresión, ansiedad, bipolaridad, agorafobia, etc.… es igual qué tú y que yo, salvo porque tiene un dolor emocional extra en ese momento que le hace sufrir con mayor intensidad. No es mejor ni peor que tú y que yo. De hecho tiene una fortaleza extra ya que tiene que vivir con un gran sufrimiento.

No hay nadie en el planeta que en  varios momentos de su vida no le haya dolido el alma, haya tenido tristeza profunda, se haya puesto ansioso, haya tenido miedo a algo a lo que se ha tenido que enfrentar, se haya peleado con la pareja o con la familia y haya sentido ansiedad, incluso que haya pensado en irse de este mundo porque lo que le ocurría le desesperaba o le dolía enormemente. El dolor emocional forma parte del ser humano al igual que el dolor físico. Es natural sufrir por las emociones al igual que sufrir por el organismo físico. Entonces ¿qué nos da miedo? ¿por qué rechazamos algo tan natural?

Tenemos miedo a sentir. Tenemos miedo a ver la realidad. Tenemos miedo a intimar. Miedo a profundizar en nosotros, en conocernos y en conocer la mente humana. Miedo a lo desconocido. Miedo a la opinión ajena. Tenemos miedo del dolor, de sentir de forma intensa, de no hacer lo correcto o lo que se espera de nosotros. De parecer vulnerables, frágiles, necesitados. De que vean que no siempre podemos con todo... Sí, tenemos mucho miedo. Y si no sabemos manejar el miedo, no sabemos cómo convivir con él, cómo aceptarlo como compañero en esta vida, se puede volver una gran carga. Y esta carga facilita la autocritica, el autojuicio, el juicio a los demás y la descalificación de los problemas emocionales; haciendo más difícil pedir ayuda a los nuestros o a los psicólogos, cuando en realidad sería de gran alivio